Tapiaracay
Cuentan los Ancianos Aborígenes que cuando la pólvora apenas
hacía acto de presencia en los verdes y poblados aposentos de mi Tierra, se dio un Mito que hasta el día de hoy navega
en Nuestros pensamientos… En cierta ocasión cuando menos lo esperaba, el
extremeño Torre Aldana se tropezó con el decidido Tapiaracay. Ambos en ese instante se hallaban si acompañamiento
alguno y la selva ´´cuyanesa ´´ era por demás tupida y opaca. Sin perder un momento la espada relució en la
diestra mano del conquistador. La macana de Tapiaracay asimismo se alzó con
violencia y coraje. La lucha acrecentó de esta forma sin vacilación alguna. Los
dos hombres resultaban de igualmente fuertes y ágiles. Pero de pronto el
español fue Agredido inusitadamente por un ave de grandes dimensiones que hizo
firme presa en su cuello. Era un paují de azuloso color y férrea contextura.
Ante el inesperado acontecimiento soló el darse a la inmediata fuga. Durante
algún trecho Tapiaracay le siguió velozmente por entre la inhóspita maleza. Pero
la llegada oportuna de otros infantes hispanos hizo que cesara la persecución.
Y torre Aldana refirió la historia. En
su amplio cuello, ante la sorpresa de los compañeros de armas, destacaba un
hilillo de sangre, para así destacar la realidad del curioso episodio…
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